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Mostrando entradas de junio 12, 2019

A Mónica la quiero libre

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El disfrute de la soltería me duró poco; en realidad podría decir que nada. Cuando crecí y todo indicaba que “ya estaba lista”, apenas me dio el tiempo de trabajar como cajera bajo la figura de ese estado civil. Debuté formalmente como asalariada en la banca pública, pero esa no fue la primera, ni mi última experiencia laboral; desde pequeña, entre mudanzas y reacomodos, hice distintos encargos que fueron proporcionándome los vestidos, el calzado y los artículos para la coquetería que Rosalba no podía costearme. Mientras cursé el bachillerato, que en “su momento” tampoco terminé, compartí el tiempo libre disponible cuidando de los hijos de una hermosa y elegante mujer. Ella me amadrinó como a una hija; es cierto que me pagaba, pero de ñapa, gracias a su presencia, aprendía sobre las artes y el poder contenidos en los gestos, tonos, movimientos, indumentarias y tocados femeninos. Desde pequeña vi en mis hermanas mayores verdaderos ejemplos a seguir. La Jimenera era mi referente;