Berta, Olivia, Juana, Yoryianis… Apakuana. Todas llevamos el mismo nombre.
Fragmento de la historia de vida de Mary Fernández “Watia purusku le decían a cuanto uniformado se topaban camino al hospedaje solidario donde nos albergábamos. Con vigor Lucía* bate el brazo derecho mientras reclama o regaña; la watia que nos acompañaba la imitaba y ambas se volvían cómplices al usar una lengua desconocida para la ciudad. Con cada watia purusku invocado, me permitía la risa y soltaba pedazos de miedo viejo, lo que me hacía sentir más fuerte en compañía de esas mujeres. Sus maneras encubiertas y graciosas de interpelar a quienes debían garantizar nuestra seguridad, me daban la oportunidad de drenar en silencio parte de la impotencia y el dolor que una carga encima. La watia se aprovechaba y les decía cantaíto como lo haría la Lucía: watia puruuusssku… en vez de estar cuidando edificios, deberían irse pa la Sierra a cuidar de estas mujeres. Las reacciones de los criollos (watia) uniformados de verde (purusku) eran diversas, algunos hacían com